Esta es una de las píldoras positivas que por mucho que la ingieras no tiene
efectos perjudiciales. La sobredosis es positiva también 🙂
Cuidar de los demás… Es la expresión de la felicidad extrema en muchas
doctrinas religiosas, pero también en el día a día de nuestra existencia. Quien no ha
experimentado alguna vez los extraordinarios efectos positivos que conlleva el
tener buenos amigos, gente con la que confías, un coach que te acompaña en tu
vida, una pareja que te mima… No tiene precio. Invertir en las relaciones sociales
es lo mejor que podemos hacer, y muchas veces dejamos aparcado este precioso
bien.
Es importante que aprendamos a tomar tiempo para relajarnos practicando
nuestros hobbies con los amigos, y equilibrar así nuestra vida familiar y laboral.
En el trabajo invierte tiempo con tus compañeros y amigos, toma un café con
ellos, comparte tus preocupaciones y tus éxitos, escucha activamente y da apoyo
a los demás. Ya verás como solo preocupándote de “dar” a los demás, recibirás
recompensas infinitas a corto, medio y largo plazo.
A veces estamos tan ocupados en el día a dia, en nuestras preocupaciones
cotidianas, en alcanzar esos objetivos diarios, e ir tachando en nuestras listas de
tareas pendientes, que no prestamos atención al momento presente en cuanto
a las interacciones con los demás se refiere. Ese “buenos dias” al vecino con el
que compartimos el ascensor todas las mañanas, la sonrisa limpia y pura de la
panadera que todos los días nos recibe con una agradable cara, los alumnos que
están allí siempre dispuestos a aprender y mejorar día a día….
Si lo pensamos bien, pasamos mas del 90% de nuestro tiempo en
interacción con los demás, bien cara a cara, o bien via correo electrónico,
redes sociales o teléfono. No podemos escapar a nuestra condición de “animales
sociales”, es una necesidad básica del ser humano en formar parte de un grupo,
la membrecía y nuestra identidad social se forja desde nuestra infancia por el
contacto y las interacciones con los demás.
Debemos cultivar la “conexión afectiva” con los demás, ya que esta es
la base primordial en la que se apoya nuestra extraordinaria capacidad para
comunicarnos, relacionarnos, convivir conectados afectivamente y apoyarnos unos
a otros. La mayoría de los científicos coinciden en que el deseo humano para formar
y preservar los vínculos sociales tiene una base evolutiva. Como seres humanos no
habríamos sido capaces de sobrevivir sin estar integrados en un grupo social. Por tanto
– no es sorprendente que – las personas se sientan felices de forma natural cuando
están socialmente integradas, tengan familiares y amigos, y participen en relaciones
íntimas.
Y en esos grupos sociales nos gusta sentirnos acompañados cuando las cosas no
nos van bien, pero también intercambiar experiencias positivas con los demás.
Lo más probable es que el hecho de sentirnos bien es la razón por la cual nos gusta
comunicar las buenas noticias a los demás, pues nos hace sentir aún mejor. Los
acontecimientos positivos que son compartidos tienen más probabilidades de ser
recordados. Parece que un estilo de respuesta activo y constructivo a las buenas
noticias implica entusiasmo (ej., «¡Cuéntame más sobre esto por favor!»).
Además de cultivar la conexión afectiva con los demás y compartir lo bueno,
otra forma de intervenir positivamente en las personas es dar apoyo social a
los demás. Hay distintas maneras de dar apoyo ya sea proporcionando ayuda
práctica, asistencia, apoyo emocional o información. Un aspecto a tener en cuenta
en el apoyo social es que en múltiples ocasiones no es requerido y por tanto,
es necesario saber si los otros necesitan este apoyo por nuestra parte. En
ocasiones nos piden simplemente “estar ahi” acompañando a los demás en su
experiencia. En otras ocasiones, nos piden explicítamente guia o asesoramiento.
La investigación ha puesto de manifiesto que el apoyo social no solicitado puede
tener en algunas ocasiones efectos contraproducentes, ya que justo se produce
lo que llamamos “norma perversa” al tener justo los efectos opuestos que
pretendíamos obtener en la persona.
Entrada Blog Marisa Salanova
“Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos
ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos”