Joaquin Sabina no publicó su primer disco hasta casi cumplidos los 30 y no comenzó a ser reconocido hasta que en 1980 sacó ‘Malas compañías’, un disco en el que ya se veía a un gran escritor de canciones. Entre ellas estaban ‘¡Que demasiao!’ o ‘Pongamos que hablo de Madrid’. Pero aunque fue esta última la que se llevó el premio del público, la joya escondida era este ‘Calle melancolía’, en el que no solo destacaba el letrista sino el músico capaz de trabajar como un orfebre una inolvidable melodía.