Pegar chicles bajo la mesa, sillas y sobre todo en las paredes aquí sí está bien visto. Con 70 metros de largo y casi 13 de alto, Bubblegum Alley se ha convertido en el paraíso de quienes han usado esta «mala costumbre» en una actividad que podríamos llamar arte. Ubicado en el centro de Sann Luis Obispo, en California, EEUU, este exótico callejón, surgido de la rivalidad de dos escuelas secundarias a ver quién pegaba más chicles y cuya historia es bastante incompleta aún, se ha convertido en uno de los atractivos turísticos que año tras año congrega a decenas de turistas.
Lo cierto es que para la década de 1970 el lugar estaba repleto de gomas de mascar que incluso ha sobrevivido a dos limpiezas, para disgusto de los dueños de comercios que tiempo después desistieron de la idea.Hoy en día se pueden apreciar todo tipo de diseños que van desde flores, corazones, símbolos y hasta rostros de diferentes colores y tamaños, todos con chicle.