El «mono» en el mundo del pop ha devaneado entre lo cómico y lo surrealista. Del divertido reggae de los 60 ‘Monkey Man’, en este siglo popularizado por Amy Winehouse, al ‘Monkey Gone to Heaven’ de los Pixies. También con sus connotaciones racistas, lo claro es que ser un mono no podía representar nada bueno. O al menos nada demasiado serio. El propio Robbie Williams tenía un olvidado tema llamado ‘Me and My Monkey’ en el que iba de acá para allá acompañado de un mono imaginario.
Lo de que el artista sea representado por un primate en su biopic ficcionado ‘Better Man’ es una idea brillante porque gran parte del éxito de Robbie Williams fue construir hits a partir del humor de lo ridículo. Ahí están vídeos como ‘Rock DJ’. Antes de que hubiera tanta conciencia sobre lo que es la gordofobia (porque la hay, ¿verdad?), Robbie Williams fue el patito feo, el miembro gamberro que aún no se tolera en las boybands de hoy. En Take That fue el integrante díscolo, el verso libre. A veces el payaso, también. Recordando sus inicios, hoy es fácil verle como una superestrella en ciernes, pero el camino para conseguirlo no fue nada fácil. Que el «mono» haya triunfado no deja de ser un acto de justicia poética, y ese es el gran puntazo de este film.
‘Better Man’ subraya una infancia marcada por la soledad y la inadaptación. La visión que nos ofrece sobre la adolescencia en Reino Unido es tan salvaje como la que hemos visto en series como ‘Skins’ o ‘Brassic’. En ese permanente «sálvese quien pueda», Robbie Williams se desvive por la aprobación de un padre, en una relación que ha sido abiertamente exagerada en pos del relato. En cualquier caso, la necesidad de aprobación de los demás es algo que ha marcado tradicionalmente la carrera de muchos artistas, en muchos casos en relación a una paupérrima salud mental, y ese es uno de los caminos más interesantes emprendidos por esta producción.
La historia del pop está ahí. La aparición de Oasis es hilarante. La de otros miembros de Take That y sus castings y presentaciones en vivo, casi que también. La relación de Robbie con Nicole Marie Appleton de All Saints tiene un protagonismo inesperado, representado a través de la danza. Y en general letras tan bonitas como las de ‘Feel’ y ‘Angels’ están perfectamente integradas en la trama, renunciando a una presentación cronológica: te encontrarás cantándolas durante semanas. Atrapan los guiños más esporádicos a temazos como ‘Let Me Entertain You’ o ‘Something Stupid’. Pero es en el modo en que Robbie Williams duda de sus cualidades, se hunde en sus adicciones y trata de levantarse cuando ‘Better Man’ ofrece ese relato de superación tan agradecido en las grandes salas.
Después, es cierto que Michael Gracey, responsable del pelotazo de ‘The Greatest Showman’, lleva ‘Better Man’ hacia las necesidades del gran público a través de repeticiones y subrayados (como el del fantasma que persigue a Robbie) y de esa escena cumbre en el concierto de Knepworth, más plagada de excesos que de emoción. La película ha superado los 100 millones de dólares en presupuesto. Pero nada logra que apartes la vista de ese mono creado de manera digital a partir de la interpretación de Jonno Davies y con la colaboración del propio Robbie Williams.
A la larga, ha sido una buena noticia que ‘Better Man’ sea una película realizada al margen de los aburridos cánones de Hollywood. Puede no haber tenido el respaldo de la industria que sí tuvieron ‘Rocket Man’, sobre la vida de Elton John, o ‘Bohemian Rhapsody‘, sobre la vida de Freddie Mercury. A cambio, está desprovista casi por completo de ese punto hortera y kitsch. Mucho mejor este mono que aquella prótesis dental imposible que plantaron a Rami Malek, y con la que algunos aún tenemos pesadillas. Sin duda lo mejor de todo este relato es que Robbie Williams fuera capaz de decir alto y claro a algunas exigencias de la industria un gran «que os jodan».
Fuente: jenesaispop.com